#ElPerúQueQueremos

Juntos, pero aún no Unidos

20-01-15

Marcos Fonseca

Publicado: 2015-01-21


Había una vez una Juventud fuertemente organizada. Aquella Juventud se desenvolvía en el contexto de la dictadura fujimontesinista. Su nombre era Juventud Popular y era llamada cariñosamente JP. No hay mucha bibliografía respecto a esta organización. Generaciones como la mía tan solo la conocen a través de algunos de sus Estatutos, documentos congresales y comentarios nostálgicos de algunos jóvenes militantes de aquella época. El porqué de su disolución aún sigue siendo un hecho que alberga diferentes interpretaciones y un sabor amargo que no pienso libar en esta oportunidad.

Hoy en día, un nuevo movimiento juvenil asoma su rostro, aún sin forma e intenciones claras, a nuestra Lima indiferente. Sin embargo, como toda expresión popular, este movimiento aún debe sortear obstáculos dentro de la marea de los personajes individuales y colectivos que se presentan desde diferentes posiciones de la lucha. Su sobrevivencia dependerá de ellxs mismos.

Quizás, el principal problema de la lucha hasta el momento ha sido la articulación de los bloques (Sindicatos, Estudiantes, Colectivos, Partidos y Zonas) para una lucha unitaria y con dirección clara. Y la contradicción principal a nivel orgánico sigue en las organizaciones de izquierda que colaboran con el proceso desde cada uno de los distintos bloques. Esta contradicción se expresa entre dos claros grupos de Partidos y organizaciones sociales en general. Por un lado, tenemos a la Juventud del Partido Comunista Peruano, a la Juventud del Partido Socialista, a la Juventud Comunista del Perú – Patria Roja, al Foro Juvenil de Izquierda y a la Juventud de Ciudadanos por el Cambio. Ellxs serán el grupo 1. Por el otro lado, tenemos al Frente Amplio, a Integración Estudiantil, al Movimiento por el Poder Popular (aunque sus integrantes comentan que ya no existe dicha organización), al Movimiento de Afirmación Social de Cercado de Lima y a jóvenes anarquistas. Ellxs serán el grupo 2.

El primer bloque, tiene presencia en sectores sindicales, colectivos y, en menor medida, en las universidades y su expresión conjunta se da en la Coordinadora 18D. El segundo grupo tiene presencia en las Zonas, en las universidades, en colectivos y en sindicatos no alineados con las centrales. La participación de organizaciones políticas a través de cuatro bloques que no son el bloque de Partidos es obvia, y las contradicciones entre ellas resplandecen en el momento en el cual se debe elegir una dirección para la lucha. En resumidas cuentas, el problema no solo está en los debates sobre lo que se piensa sobre la ley y las cuestiones del modelo económico, sino en prácticas sectarias y vanguardistas que seguimos arrastrando como herencia de las generaciones que antecedieron a los jóvenes de hoy.

Todxs luchan por el Poder (dirección), a excepción de lxs jóvenes anarquistas. Este afán que dentro de la lucha por la derogatoria responde más al figuretismo y a las directivas de organizaciones que solas nunca lograrán un cambio sustancial en el Perú no hace más que demostrar la tremenda inmadurez e influencia neoliberal que arrastra gran parte de la juventud de izquierda.

El primer bloque quiere acumular sindical y políticamente. Algunos para recuperarse y otrxs para crecer. Manejan muy bien los contactos con los medios de comunicación para anunciar conferencias o dar declaraciones, pero tienen una débil capacidad de convocatoria. Su representatividad como Partidos y direcciones sindicales no se cuestiona, pero sí sus prácticas que intentan acaparar los espacios de dirección cuando en algunos casos no pueden demostrar su fuerza concretamente y terminan perjudicando al conjunto con contradicciones que no ayudan a desenvolver una lucha frontal contra los explotadores. El segundo bloque también quiere acumular. Sin embargo, su trabajo en las Zonas demuestra las ganas de construir algo más grande desde abajo después de los fallidos intentos de construcción de frentes desde las cúpulas de las organizaciones tradicionales. Esto no quita, del mismo modo, que exista la posibilidad de que el trabajo que están haciendo en las Zonas sea para utilizarlas de plataforma para una futura postulación de sus organizaciones. Aquello no sería diferente a las actitudes que se critican del primer bloque y sin duda alguna produciría fracturas.

Este dilema que no tiene raíz en nuestra generación debe ser analizado por cada bloque para remediarlo lo más antes posible. Una posible solución al problema de la dirección durante este proceso puede ser la creación de un Comando Unitario que agrupe a los 5 bloques con la condición de que sus voceros sean legitimados mediante una previa elección para evitar la mala costumbre de la dedocracia. Del mismo modo, las Zonas deben ser fortalecidas con la participación de todas las fuerzas. Este espacio territorial puede que sea preludio del fin de la época de los Colectivos y su dispersión que no permitía luchas más efectivas y de los intentos de construir Poder Popular de arriba hacia abajo solamente. Permite a lxs sujetos colectivos e individuales (independientes) que aspiran un país para todxs el fin del enclaustramiento en las universidades y los sindicatos. Las Zonas también pueden virar a ser el impulso de una nueva conciencia sindical y de trabajo comunitario para los egresados de colegios, escuelas, institutos y universidades, generando de este modo un triángulo simbiótico que fortalezca el Poder y Color Popular que tanto necesita nuestra Lima gris. Esta es una tarea digna para la Juventud Patriótica que necesitamos y que comienza a dar sus primeros gritos después de un largo parto. Es una misión a la altura de la Generación del Bicentenario, la cual debería tener como objetivo crear heroicamente una Nueva Independencia, una Economía Democrática y una Ética Liberadora en torno a una muy ansiada Revolución de Todas las Sangres.


Escrito por

Marcos Fonseca

Mis juicios se nutren de mis sentimientos, de mis pasiones. JCM


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