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Anarquismo y socialismo libertario I

Ángel Cappelletti, pensador anarquista

Publicado en Ciudad CCS Revolución a diario (Venezuela) 

NELSÓN GUZMAN

Publicado: 2015-07-05

(08-07-2014)

Ángel Cappelletti fue un pensador profundamente preocupado por definir las bases constitutivas de la libertad del hombre, siguiendo a Bakunin había encontrado como enseñanza, en su praxis social, que la instrucción requería de condiciones favorables para que ésta se impartiera. La libertad del individuo le corresponde al mismo hombre forjarla, no es el Estado el que debe regir la vida de los pueblos. La pedagogía anarquista sueña con un hombre emancipado, no se loa al Estado y a la moral como intolerancia. El autoritarismo pervierte el alma de los hombres, la severidad castra la inteligencia. Bakunin forma su modelo de sociedad rechazando las bases del autoritarismo que las clases dominantes habían impuesto sobre el alma humana. La escuela anarquista tiende a pensar como lo decía Ángel Cappelletti en el desarrollo de una escuela pública donde se prescinda de los exámenes, de las evaluaciones, de los premios. Muy por el contrario, los estudiantes deben ser formados en los principios de la solidaridad y del socialismo. La competencia sería el fomento de un medio inadecuado que envilece el alma y vuelve individualistas a los educandos. Lo importante del socialismo anarquista es que es antiestatal, se funda en la idea de amor al otro, se enarbola la libertad como bien único.

Cappelletti fue un pensador preocupado por la totalidad del saber humano. Como profesor de filosofía consagró sus estudios al mundo griego, a la Filosofía Medieval y, sobre todo, a los pensadores anarquistas. A este acucioso de la historia del pensamiento anarquista le tocó historiar la importancia que tuvo el anarcosindicalismo en América Latina. El anarquismo se declaró contra la propiedad privada, contra el reformismo, contra las dictaduras militares. El pensamiento conservador siempre desprestigió al anarquismo. No se valoró el inmenso prestigio que tuvieron pensadores como Bakunin, Kropotkin y Malatesta. Se hizo un paralelismo extravagante entre anarquismo y revuelta, olvidando que el anarquismo encarnaba una filosofía de la redención humana donde lo fundamental era la libertad del hombre.

Cappelletti ha afirmado que en América Latina los grupos indígenas construyeron sociedades sin Estado, las cuales sostuvieron sus valores en cosmovisiones diferentes a las representadas por el pensamiento europeo. Los anarquistas irrumpen contra el pensamiento colonial, contra sus lógicas, entienden que el poder y el mercantilismo, luego capitalismo (sociedad liberal) defenestró la integración que ha podido existir en América. Con esto no sostengo que no hubo forcejeo entre los distintos grupos indígenas que coexistían en el plexo de aquella tierra de gracia como la había llamado Cristóbal Colón.

El pensamiento anarquista desdeña la monarquía, el autocratismo y el imperio. El hombre había nacido para disfrutar de la libertad. Los gobiernos reales se habían impuesto en Europa por las armas. Bakunin rechazaba la idea de consolidar un Estado, objetaba la propiedad privada, rechazaba la desigualdad y la exclusión, asimismo consideraba como un prejuicio las ideas religiosas. Había que liberar al hombre del autoritarismo de una ideología que no perseguía otra cosa que la domesticación de la conciencia crítica. Este anarquista daba una importancia capital al movimiento obrero, estas son sus ideas fundamentales de 1862, sin embargo, ya Marx y Engels en 1844 hablaban de la conciencia como revolución.

El propio Bakunin había dicho y reconocido que Marx se le había anticipado. Para Mijail Bakunin, el Estado de justicia social sólo sería obtenido por el camino de la revolución. Los hombres debían estar descontentos con su mundo para que se iniciara el cambio social. Considera que el peligro de la clase que se apodera del poder es su tendencia a autoperpetuarse. Lo ha comprendido claramente, en la construcción del Estado socialista batallan dos clases que se disputan el poder, la clase dominante y la que propone un nuevo orden social.

Bakunin no creyó que el autoritarismo de una clase y su dictadura fuesen a generar una sociedad libertaria. Por el contrario, fue un acérrimo oponente al Estado, no había que mantener en las sociedades modernas esa forma despótica de dominación, parece vaticinar como lo escribe Cappelletti lo que sería el futuro de los socialismos reales, la libertad del hombre no puede sostenerse en la privación mediante el miedo de los derechos de los hombres. Bakunin, según lo expresa Cappelletti, era intrépido, amaba la justicia, apostaba a un nuevo mundo, tenía un espíritu aventurero, conoció las prisiones, el exilio y el confinamiento. Permaneció en Siberia aproximadamente 12 largos años, luego escapó hacia Estados Unidos.

Este hombre creía en la rebelión del pueblo, sólo desde allí se podía propiciar la insurrección. No creía en el socialismo elitesco comandado por una vanguardia que emergía del partido o del líder tutelar de una historia. Marx desacreditó a Bakunin diciendo que era un socialista atrasado, su desconfianza se sujetaba en el profundo desprecio que sentía hacia la clase campesina como vanguardia de la revolución. Las ideas de Bakunin emergían desde su profunda rebeldía hacia el poder, su antiautoritarismo abría la brecha radical del rechazo de cualquier forma de opresión. A Bakunin le tocará padecer toda suerte de represiones y privaciones, su doctrina anarquista estuvo llena de principios morales.

Los anarquistas creyeron en la ayuda mutua, en el colectivismo. Las revoluciones debían empezar por la base, por el pueblo. El voluntarismo –según la interpretación que nos lega Malatesta– debe ser libremente aceptado, ese sería un dique de contención para evitar el autoritarismo de los Estados. No se puede considerar el anarquismo como una serie de verdades fijas e indiscutibles. Más allá de los preceptos está la vida, la voluntad juega un rol fundamental. Para un hombre como Malatesta no se trataba de construir otra religión. Ángel Capelletti fue un filósofo que poseyó una extraordinaria sabiduría, nos legó la historia del pensamiento anarquista, nos hizo comprender que las situaciones, acontecimientos y eventos están poseídos de un profundo relativismo.

Los anarquistas buscaron un punto de equilibrio que permitiese mantener el orden social sin jerarquía, luchaban contra el centralismo, sabían que las medidas preconizadas por los socialistas utópicos conducían a establecer un orden diferenciado donde la propiedad y el poder se conservaban en una sola mano. Se buscaba que el Estado fuese el intermediador, se creaba un superpoder que mantenía las jerarquías y diferencias, con esto seguían apegados al absolutismo, desde allí era imposible crear las sociedad de iguales. Hablándonos de los furieristas, Cappelletti nos dirá que su gran error fue creer en la persuasión como un medio eficaz de la historia, pensaban que podían convencer a los ricos para que ejerciesen la bondad, con esto olvidaban el profundo entramado de fuerzas que gobiernan la historia.

El mantenimiento de un orden social no era una decisión voluntarista. Marx descubriría posteriormente que había fuerzas ocultas que gobernaban la historia y que obedecían a los intereses de cada cual y a las lógicas de la dominación. Había entonces que romper con los intereses y las instituciones que preservaban el orden burgués. Las luchas de los anarquistas no tuvieron término, ellos fueron perseguidos y encerrados en las prisiones europeas porque ponían en peligro el orden social, eran considerados un azote para la familia, para las creencias, sin embargo continuaban adelante en su búsqueda por establecer un orden social más humano donde hubiese equidad. La democracia burguesa había demostrado no servir para nada, mantenía el poder de unos sobre otros.


Escrito por

Marcos Fonseca

Mis juicios se nutren de mis sentimientos, de mis pasiones. JCM


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