#ElPerúQueQueremos

Anarquismo y socialismo libertario (IV)

Publicado en Ciudad CCS Revolución a diario (Venezuela)

NELSON GUZMÁN

Publicado: 2015-07-05

(30-07-2014)

Cappelletti dirá recordando el ideario político y filosófico del anarquismo, que su auténtico credo fue la libertad del hombre. Los anarquistas no podían suscribir la moral de los ejércitos de los Estados porque no encarnaban sino la defensa del Estado y de los intereses de unos pocos. Los ejércitos suprimían la libertad de los hombres, como lo diría Durkheim, el soldado debía dar la vida por la Patria si era posible, olvidando con ello su mismidad. No suscribían la violencia los anarquistas, la guerra solo era posible cuando estaba amenazada la libertad como principio.

El ideario ético anarquista destierra de su lenguaje y significaciones la punición del delito, piensan que haciendo esto redoblan el mal. En este punto el anarquismo roza el ideario cristiano, el delincuente, el estafador, el asesino debe ser expulsado de los lugares donde ha atentado contra la paz y la moral de los ciudadanos. Hay en el anarquismo un ideal esencialista contra la acción delictual, se piensa que el delito será desterrado cuando no exista propiedad privada, cuando todas las necesidades sean atendidas con esmero. El destierro del mal de la vida de los hombres parecería ser una cuestión de pedagogía política, la conciencia no afectada por el hambre, por la precariedad estaría orientada hacia un sentido de vida de mayor altura. A este respecto es interesante examinar como la generalidad excluye formas discursivas y teóricas cuyo interés es la exploración del alma humana. La biopolítica de la vida estaría mediada por los beneficios que dispensaría para la vida un orden de justicia social.

La sociedad asistida

Para Bakunin lo primordial de una sociedad es que los hombres no carezcan del pan, el vestido y la vivienda. La educación debe ser integral y total. Los niños son libres, corresponde a ellos formar su destino. La educación anarquista no cree en la idea de propiedad. La escuela anarquista está en ruptura con la familia, con la Iglesia y con las tradiciones, los anarquistas se reclaman de una educación científica para el niño. Ellos encarnan, al igual que el marxismo, la instauración de una escuela ideologizada. Sin embargo es necesario decir que todas las escuelas encarnan un ideal de vida, no hay escuela que no esté sostenida en una moral determinada. Este tipo de escuela suprime los exámenes, las competencias, las calificaciones. Corresponde entonces al niño escoger libremente su destino, esto lo hace por sí mismo sin miedos que lo condicionen. La educación debe ir al unísono con el trabajo, la utilidad social es un principio útil para la vida. En el anarquismo subsiste una dura crítica al autoritarismo de la burguesía, se interpelan los principios sobre los cuales está construye lo social.

Para Kropotkin debe existir un profundo compromiso del arte y del artista con la causa del pueblo. El esfuerzo de diseño de las grandes catedrales debe ser colectivo, así como aquello que corresponda a lo público. La burguesía ha convertido lo artístico en un asunto privado, esto ha llevado a pervertir y a corromper la conciencia del artista hasta convertirlo en alguien que pone su genio al servicio de una minoría, o del príncipe. Kropotkin rebatió las ideas de Darwin, concediéndole un puesto importante en su reflexión a la ayuda mutua, la cual permite que las especies no sucumban. El apoyo mutuo relativiza la existencia del hombre, sirve para enfrentar las inclemencias del tiempo, permite sobrellevar la vida dentro de un universo geográfico que no es exactamente un paraíso. Kropotkin, al resaltar este aspecto de la vida se está desmarcando de teorías como las de Lamarck que consideraban que existía una voluntad de ser en el individuo biológico que lo inducía a buscar una adecuación que hiciera su vida tolerable al medio ambiente. En ningún momento está negando Kropotkin la lucha por la vida y la sobrevivencia del más apto, solo que las leyes naturales no se pueden aplicar mecánicamente en las sociedades animales. Kropotkin había observado en Siberia como las hormigas y las abejas a través de la ayuda mutua lograban sobrevivir.

Kropotkin está opuesto al principio de que el hombre es lobo del hombre (homo hominis lupus), este principio establece la vida como batalla, como guerra. No habría ningún principio identitario que hiciese posible sostener la convivencia. Kropotkin tampoco adscribió ingenuamente la idea de Rousseau del buen salvaje que pretendía hacer de la naturaleza un mundo de hospitalidad. Los iluministas echaron mano a la idea de la razón para explicar el sostenido equilibrio. La justicia social para la filosofía de las Luces no era otra cosa que la fuerza de la razón que debía derribar, dar al traste con un orden material autoritario. La modernidad había encarnado la supremacía del espíritu humano que buscaba el buen sentido. La ontología moderna pasa a ocupar con Hegel el camino de una ontología de carácter pleno donde razón e historia se fundían por un momento para luego recomenzar el largo periplo histórico de su hacer interminable

Kropotkin se opone a toda una mitología racista que consideraba que los monos, los chimpancés estaban enfrentados permanentemente. Estas teorías no encontraban un solo rasgo de gentileza que permitiera concluir que la solidaridad pudiese existir entre los animales. Kropotkin sostiene sus teorías en el estudio antropológico de los bosquimanos, de los indígenas australianos, de los esquimales. Consideró que los exploradores de África, Australia y América habían dado mucha significación a las hazañas guerreras de los hombres olvidando el colonialismo. Centrado en teorías evolucionistas pretendió hacer del hombre “primitivo” un ser dedicado al canibalismo, al infanticidio y pare de contar. Ángel Cappelletti pone de manifiesto el esfuerzo de Kropotkin por darle una importancia capital a la observación. La mayoría de las informaciones con las cuales los hombres elaboraban sus teorías estaban llenas de prejuicios, faltaba la observación. Al estilo de los grandes antropólogos este hombre vivió y experimentó con ojos propios las realidades de Siberia, de allí extrajo la idea de que era gracias a la convivencia humana como los hombres podían sostener sus empresas. Cappelletti dirá que había una analogía entre la forma de pensar de Kropotkin y Tolstoi. El primero esgrimirá el apoyo mutuo y el segundo el amor fraterno entre los seres humanos. Kropotkin estuvo en contra de las laceraciones, militó en contra del poder, desde muy temprana edad sintió impotencia por el tratamiento que servían los siervos. Los amos disponían de ellos, los mandaban al ejército y a la guerra sin que ellos nada pudieran hacer. La Rusia atrasada los consideraba objetos, eran tratados sin ningún respeto humano, simplemente debían obedecer.


Escrito por

Marcos Fonseca

Mis juicios se nutren de mis sentimientos, de mis pasiones. JCM


Publicado en