Los Herederos de Stalin
Poesía crítica soviética
Autor: Evgueni Evtushenko
CALLADO estaba el mármol.
Destellante y callado continuaba el cristal.
La guardia allí callada
frente al bronceado viento.
Pero el féretro humeaba
como si alguien respirase dentro.
Del Mausoleo fueron sacándole despacio,
las ballonetas iban rozándole al salir.
Y él guardaba silencio,
también él continuaba en silencio,
¡un silencio terrible!
Sombríamente apretando su puño embalsamado,
el ojo vivo en las rendijas del ataúd,
yace este hombre que se finge muerto.
Quiere saber los nombres
de quienes lo han sacado,
los jóvenes reclutas.
Del Riazán y de Kursk;
quiere emprender la huída,
cobrar fuerzas de nuevo
y que estos insensatos
sepan bien quién es él.
Algo había planeado; sigue esperando su hora.
Yo pido a mi gobierno que refuerce la guardia,
que duplique
y triplique
fuertemente la guardia
en la tumba de tierra donde Stalin está
para impedir que Stalin se levante de ella
a imponer el pasado stalinista otra vez.
Yo no hablo del pasado valeroso y querido,
el pasado del Turksib,
del Magnitka,
el pasado
que llevó la bandera de la patria a Berlín.
Hablo del otro pasado,
el que ignoraba el bienestar del pueblo,
el de denuncia y cárcel a inocentes.
Nosotros sembrábamos honradamente,
honradamente fundíamos el metal,
marchábamos en fila, como soldados, honradamente.
Y Stalin nos temía.
El pensaba en los fines, los grandes objetivos
y olvidaba los medios dignos de ese pensamiento;
hábil y perspicaz en la lucha de clases,
dejó en el mundo
a muchos herederos como él.
Creo que en su ataúd
hay un teléfono
y a alguien
Stalin comunica sus órdenes.
Pero ¿hasta dónde el cable se extiende desde allí?
No, no está vencido Stalin.
El piensa que la muerte es superable.
Un día
le sacamos del mismo Mausoleo,
mas, de sus herederos, ¿cómo sacar a Stalin?
Algunos herederos cultivan su jardín,
piensan, en su retiro, que será temporal.
Otros le atacan desde la tribuna,
y por la noche
sueñan con sus tiempos,
con él.
Puntuales de su régimen,
desprecian nuestros tiempos
cuando está lleno el sitio donde se lee poesía
y están vacíos todos los campos de prisión.
El Partido me ordena que no me tranquilice.
Hay quien me dice
"Calma" y no sé estar tranquilo,
pues mientras haya herederos
de Stalin en la tierra
yo pensaré que en el Mausoleo sigue Stalin.