#ElPerúQueQueremos

Keiko y la señito de los huevitos de codorniz

Publicado: 2016-03-17

Por: Qarol Qastillo y Marcos Fonseca

El martes 15 de marzo se realizó la segunda marcha contra Keiko Fujimori, candidata a la presidencia del Perú. Cansados de vivir desde el interior el sinnúmero de marchas que se realizan en estos últimos tiempos, Qarol y yo decidimos ser espectadores como cualquier transeúnte que se topa con una movilización.

Nuestros puestos de observación externa fueron tres. El primero fue durante la concentración en la misma Plaza San Martín. El segundo lugar fue en Wilson, muy cerca al Real Plaza. Nuestra última posición fue en el cruce de la Av. Abancay con la Av. Nicolás de Piérola, justo en la esquina que da a la Corte Superior de Justicia de Lima.

Nuestra percepción en el primer lugar fue de una Plaza San Martín que no estuvo repleta, como señalan algunxs compañerxs que estimamos mucho. Pero sí de un resguardo policial exagerado para la ocasión. En el segundo espacio, tuvimos la sensación de no escuchar nítidamente las consignas que proclamaban los manifestantes, salvo en las posiciones donde se concentraban personas con mayor nivel organizativo. Aunque entendíamos a grandes rasgos lo que gritaban, nos preguntamos si los ciudadanos que no acostumbran movilizarse y se topaban con tal expresión de protesta entendían la razón de la marcha. En el tercer punto, tuvimos la oportunidad de charlar con una vendedora de huevitos de codorniz. A pesar de que no sabemos si su opinión personal es hegemónica en el resto de transeúntes que estaban en los alrededores de la marcha, la conversación en plena marcha fue grata y satisfactoria respecto a la posibilidad de aprender nuevas racionalidades sobre el asunto. A continuación, el compartir de palabras entre la seño y nosotrxs:

Mientras daba órdenes y consejos de posición en la vereda a otros vendedores de huevitos de codorniz, una señora de piel cobriza, cabellos negros y baja estatura se iba aproximando al poste donde nos encontrábamos Qarol y yo observando la multitud de personas en marcha.

-La marcha está fuerte –señaló preocupada-. Hay caballos. Cuando hay caballos significa que está fuerte la marcha. Pero acaso estos no piensan que hay criaturas, hay niños, es hora punta y toda la gente sale del trabajo, sale a comprar.

Qarol y yo observábamos la marcha, mientras nos preguntábamos interiormente si la señora era fujimorista. La señora seguía…

-La otra vez en una marcha tiraron bombas lacrimógenas aquí, se desordenaron y les tiraron bombas lacrimógenas. Ojalá no se desordenen, porque si se ponen violentos nos van a tirar bombas lacrimógenas.

Pensé en acercarme a la señora para escucharla mejor. Con una mirada cómplice hacia Qarol nos fuimos aproximando más a la eufórica vendedora. Ella seguía murmurando indignada…

-¿Por qué será la marcha? Keiko, Keiko, Fujimori… Mierrr… Mierd… ¿¡Mierda!? ¿dice mierda?

- Sí, dice mierda –le digo en busca de conversación-. Pero no solo dice eso. Es un cartel de voto nulo. Dice: ante tanta mierda, voto nulo.

-Dice Mierda, dice Voto de mierda –me responde-.

Qarol asiente con la cabeza. Nos damos un par de sonrisas mutuas mientras la señora en puntitas trata de observar mejor el panorama. De pronto…

-Pero qué tiene que ver Fujimori aquí, ya está viejito y en la cárcel. Ya no hay que molestarlo. Joden a uno joden a otro… Ya botaron a este moradito… ¿Cómo se llamaba?

-Guzmán –le respondo-.

-¡Sí! ¡A Guzmán y a Acuña! ¿Qué quieren ahora? ¿Tachar a Keiko? No hay por quién votar, todos son iguales, todos han cagado el país.

-Y usted ¿Por quién votará? –le preguntamos-.

-¿Por quién voy a votar? Voy a votar en nulo o no voy a votar, prefiero pagar mi multa.

Ahora, observábamos y escuchábamos más a la señora que a la marcha. Esa última respuesta nos había sorprendido por múltiples razones. En el instante nos preguntábamos internamente: ¿Será verdad lo que nos dice la seño? ¿Por qué reclama por las tachas si al final votará nulo? ¿El negocio de los huevitos de codorniz permite darse el lujo de no votar y pagar una multa? La racionalidad, el mundo, las experiencias de la señora eran ajenas a nosotrxs; nuestro interés en conocer su perspectiva crecía.

-Si pues, todo está mal –le digo simulando cierto grado de indignación-.

-Pero toda la culpa la tiene Humala. Antes no había tantas marchas, desde que Humala entró a cada rato hay marcha. ¡Ya muchas marchas!

-¿Usted siempre vende huevitos en este lugar? –le pregunto-.

-Sí, siempre estoy aquí y veo todo lo que pasa –responde-.

En ese instante comprendimos que la señora debe haber presenciado casi todas las luchas callejeras que se han dado en los últimos años. Entendimos también que con Humala ha nacido un nuevo fenómeno que bien podría llamarse “marchismo”, ya que el número de marchas en Lima no fue igual que en otros gobiernos. Qarol señala –minutos después de la conversación- que el modelo económico sumado a la traición de Humala pudo incentivar de algún modo el aumento de manifestaciones.

-Es que la gente ya está harta. Aquí no es como en otros países. En otros países a los niños de la calle los recogen y se los llevan a un hogar, los viejitos no están así como aquí, no están en las calles pidiendo limosnas, los niños tienen educación, a los estudiantes el Estado les paga todo, estudios, comida…

-¿En qué países sucede eso? –meto mi cuchara-.

-Por ejemplo en Chile, Estados Unidos. En esos países no es como acá. –responde-. Y también en otro país… ¡ay! No recuerdo el nombre. ¿Cómo se llamaba?

Después de escuchar su respuesta sobre Chile y Estados Unidos, algo de desilusión nos invadía el alma. No sabíamos si negar los datos que nos brindaba o continuar con aquel experimento improvisado de escucha. Entonces…

-¡Cuba! En Cuba, por ejemplo. Allá les dan todo.

Una cosquilla acarició nuestro bobo. Una sonrisa se pintó en nuestro rostro. Un brillo invadió nuestras pupilas.

-Aquí no. Siempre nos fue mal. En los tiempos de Alan hacíamos colas grandes, me acuerdo de la Leche ENCI, de que teníamos que hacer unas colazas para comprar todo. Bien jodido era. Y en los tiempos de Velasco había toque de queda, ¡qué iban a estar a estas horas en una marcha! A las 10 nadie salía y si salías tenías que salir con tu bandera.

-Ah, sí. Mi mamá me contaba de las colas del gobierno de Alán. Yo no nacía aún –digo-.

-Sí, yo te puedo contar porque yo lo viví –me comenta la seño-.

-Pero… ¿Velasco era bueno o malo? –le pregunté en busca de su respuesta-.

-¿Qué si Velasco era bueno? El chino Velasco era bueno. Era bueno su gobierno. Yo te lo digo porque lo viví, era una niña, tú ni nacías. ¡Él les quitaba a los ricos y les daba a los pobres! –comentaba excitada-.

Nuevamente, la sabiduría popular nos daba una gran lección. El pueblo desposeído no olvida las acciones que se realizan a su favor. Hay una memoria oculta detrás de la historia que nos quieren hacer pasar como oficial muchos de los grandes medios de desinformación.

Entonces, la seño nos brinda una lección de economía política popular que de alguna manera hizo que –aunque provengamos de espacios y familias populares- nos sintiéramos tan alejados de la realidad de muchos peruanos.

-Yo creo que a estos, los de la marcha, les pagan. ¿Quién va a dar su tiempo para venir a gritar como cojudo? Yo no podría, tengo que trabajar. ¿Quién va alimentar a mis hijas? No podría estar viniendo a estas marchas. ¡Uno tiene que trabajar! Seguro les han dado 20, 30 o 100 soles para que vengan a la marcha. Así hacen. Les dan plata para que vengan a estas cosas.

La contradicción estaba clara. La señora estaba a favor de Velasco y de Cuba, pero estaba contra las marchas de Keiko No Va. ¿Por qué se da esta situación? Quizás por falta de información, quizás por otros motivos. La reflexión quedaba para cada uno. Por el momento, solo quería saber si veía por lo menos algo bueno en la movilización.

-¿Señito, gana más cuando hay marchas? -le pregunto-. 

-¿Qué si gano más cuándo hay marchas? Nada, es igual. Trabajo hace muchos años por aquí vendiendo huevitos de codorniz y he visto de todo. Ya conozco como es.

Compramos unos huevitos y nos despedimos con un abrazo. Nos retiramos con muchas interrogantes, pero agradecidos de haber podido tener la dicha de conversar con una mujer trabajadora que nos adentró a una perspectiva diferente a la habitual. Cuando la señora decida participar de una movilización a las que solemos ir, creemos que la izquierda se habrá transformado y renovado en nuestra gris ciudad.


Escrito por

Marcos Fonseca

Mis juicios se nutren de mis sentimientos, de mis pasiones. JCM


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